sábado, 10 de marzo de 2012

'La cara oculta', regreso voyeur a Manderlay

En el cine hay pocas cosas comparables a la primera vez que ves Rebeca. Si Elena Vallés decía que Io sono l'amore era como una gran ópera, la cinta de Hitchcock es como si una ópera se encerrara en una mansión. Tantos elementos y tantos matices que, cuando el The end se dibuja en la pantalla, debería guardarse el luto por lo menos un mes.

Confieso que he dado al play de La cara oculta con la certeza, que no sensación, de que no me iba a gustar. Cuando uno tiene poco tiempo para ver cine, el síndrome Boyero de  "para esto no pierdo el tiempo" se acrecenta. Error. El film de Andi Baiz es un guantazo en la cara por enteradilla. Si pensaba que era de esas cintas en las que el tráiler -además de destrozarte la historia- es mejor que la película, disfruta del gustazo de haberte equivocado.

Hace sólo unos meses que el film se estrenaba en España. Quim Gutiérrez y Clara Lago como protagonistas de lo que, en principio, era una oscura y tortuosa historia de amor. Pero La cara oculta si no es ópera, por lo menos es opereta. Un camino entre el thriller, el terror e incluso ciertos toques de comedia para descongestionar una tensión que va in crescendo y que atrapa al espectador más revenido. Más de hora y media después, me reconcilio con la cosecha del cine español de 2011.

Más de tres años de trabajo están detrás de esta coproducción hispano-colombiana con la Fox como productora. Hatem Khraiche Ruiz-Zorrilla es el autor del guión original que cayó en manos de Baiz después del estreno de su opera prima, Satanás. A una historia plagada de casualidades y del destino como explica el colombiano, le aplicó un giro de 180 grados para transformarla en un relato de personajes movidos por la pasión, la obsesión y la inseguridad. Al resultado lo bautiza como "una fábula siniestra".

La historia es la siguiente. Una chica, Belén (Clara Lago) decide poner a prueba a su novio, Adrián (Quim Gutiérrez) después de que sospeche que le es infiel. Su idea es fingir que le deja y desaparece; y encerrarse durante un tiempo en una habitación oculta en la casa en la que viven. La mansión, propiedad de un ex dirigente nazi, tenía un búnker en el que preveía refugiarse si alguien quería darle caza. "A veces me pregunto cómo reaccionaría Adrián si... no sé, me muriera", cuenta Belén inocente. Pero un error la dejara encerrada en su propia trampa.

Si fuera por la primera media hora -ésa en la que cualquier película debe de presentar todos sus elementos para intentar atrapar al espectador-, pocos aguantarían. Si de algo, lo único, peca la cinta es de hacer una introducción demasiado larga. Una sensación que aumenta después de un tráiler que prometía tensión. Adrián pasa más que rápido la depresión de la huida de su novia y se quita las penas en compañía de un nuevo ligue Fabiana, encarnada por Martina García. Y es que incluso la estructura del film mantiene la jerarquía de la historia. Las dos mujeres se convierten en los personajes principales. De manera que el arranque coincide con el primer encuentro de Fabiana y Adrián y seguirá su relación hasta que Belén haga aparición a través de la investigación de la policía por su desaparición. Será entonces cuando Clara Lago tome el relevo para contar su pasado.

En mitad de todo eso, Adrián es sólo una excusa argumental para contarlo todo. Un papel cómodo para Quim Gutiérrez que no acaba muy bien de encontrarse en el personaje. Tanto que a veces se le va totalmente y parece que estemos en Primos. De la frialdad pasa a un tono de comedia casi ridículo.

Pero La cara oculta es más que una habitación del pánico. Es la cara oculta que todos tenemos. Es la famosa sentencia de "cuidado con lo que deseas porque puedes conseguirlo". La de una Belén llevando al extremo sus celos o la de un Adrián que puede ser tan frío que resulte sospechoso. Con ella atrapada en su trampa será cuando resucite el espíritu de Rebeca. Se convertirá en un fantasma condenado a ver lo que antes era su propia vida, a través de un espejo. A la satisfacción inicial del objetivo conseguido (las lágrimas de su novio por su desaparición) le seguirá una desesperación absoluta por no poder salir de su escondite. Sobre todo cuando una nueva mujer llegue para usurpar su puesto. Entonces el fantasma cobrará más fuerza que nunca. Un Manderlay voyeur exquisito. La escena del sexo es, sencillamente, brutal.  

Si hace sólo unos días debatía sobre los papeles femeninos en el cine español y la insoportable Marta Etura, Clara Lago me demuestra que hay actrices que además de lucir saben interpretar. La gran pantalla ha visto crecer a esta jovencita que sabe escoger sus papeles cada vez mejor. Andi Baiz cuenta que para La cara oculta apenas planteó ensayos para Clara. Quería que su interpretación fuera visceral, espontánea. Y vaya si lo es. Desgarradora, angustiosa, brillante. Incluso los guiños del tipo "no sonrías puta, que no estoy muerta". Cuanto más lo pienso, más me gusta.

Sin caer en el spoiler, el desarrollo de la cinta es mejor cuantos más minutos pasan. Había mil formas de encarar un guión como éste. Y de cagarla. Pero Baiz sale más que airoso. Una vuelta de tuerca a cada momento. Una historia de fantasmas que se comunican a través del agua. Otro giro para que Adrián se convierta en el monstruo. Y otra vez los celos, la inseguridad, el miedo. El terror. Y la venganza. El último aplauso va para un final que deja satisfecho al espectador. Con cualquier otro el colombiano habría corrido el riesgo de romper la magia y caer en el ridículo. Boyero, no se lo digas a Laura pero a veces vale la pena robarle horas (con cine) al sueño.

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