sábado, 19 de marzo de 2011

La explosión controlada de KT Tunstall

Un 'sold out' en holandés impronunciable la anuncia. KT Tunstall ha conseguido abarrotar la discoteca sin un solo cartel que haga referencia a su concierto fuera de la entrada de Melkweg. Los amsterdameses han debido de encontrar otra fórmula para afiliar a los modernos a una tremenda programación de conciertos que prepara a Hooverphonic y Gabriel Rios para los próximos meses. Aquí los experimentos de no-anunciamos-a-Franz-Ferdinand-porque-son-suficientemente-conocidos, no han terminado de funcionar.

La escocesa vuelve a la capital holandesa de la mano de su Tiger Suit, tercer disco de estudio en el que estrena la producción de Jim Abbiss y un estilo bautizado como 'techno natural' en el que mezcla instrumentación orgánica con texturas electrónicas y bailables. Su pop-folk-rock de siempre pasado por una jornada de clubbing. Y algo de eso tiene también su telonero. Un paisano -presumiblemente pariente- que se presenta como The Pictrish Trail. Un personaje que podría ser el doble del gordito de Resacón en Las Vegas que, después de un arranque electrónico cerveza en mano, se confiesa cantante folk. Habla de faros, de fareros que apagan las luces para ver a los marineros morir y presenta un repertorio repleto de canciones de 30 segundos. Para desgracia de quienes creyeron su "ninguno de mis temas se parece a esto" mientras apagaba el teclado, la electrónica vuelve. Y su folk se convierte en algo que podríamos llamar synth-folk y que roza un estilo casposo cercano a Locomía.


Pasan diez minutos de las nueve de la noche -Amsterdam impone su horario europeo- cuando KT Tunstall aparece en escena. En frío, en silencio. Sin banda que la preceda con sus acordes ni entrada espectacular. Se disculpa por el retraso, se alegra de volver a la ciudad, se presenta y arranca con Come on, Get in, uno de los temas más cañeros de su último álbum que, inexplicablemente, no ha conseguido colar en el listado de singles a la discográfica. Su conversión folk-india -que no indie- luce como telón de fondo con la escocesa vestida cual apache y la cabeza de un enorme tigre sobre ella. Para compensar, la banda luce un extraño look gótico con KT enfundada en unos leggins negros de vinilo, camisa de transparencias y ojos aún más rasgados gracias al maquillaje. Precisamente a las que "de noche se maquillan como...", y en mitad de la ciudad europea del vicio, sigue con Glamour Puss. A la tercera va la vencida y el escenario se llena de todo el aire folk que ha sabido/podido reunir en el álbum gracias a Uummannaq Song, inspirada en la ciudad ártica del mismo nombre durante un viaje que hizo en 2008. Sin más coristas que el cuarteto que la acompaña, los grititos pierden fuelle.

Con el miedo a la reacción del público -auténticos tulipanes de madera como narra Hect Anyway-, KT Tunstall da un giro y vuelve a sus discos anteriores. Universe and you -una de las peores canciones de su álbum debut, Eye to the telescope- abre la veda. Le siguen una versión cercana a la bossa nova de If only con la banda en acústico, y una The other side of the world convertida en balada. Tras el impasse de un tema inédito a medio gas, Scarlet Tulip, recupera aquella faceta de mujer orquesta que la lanzó a la fama en 2004. Golpea la guitarra, aplaude, toca la pandereta con el pie y entona los Ohh ohh ohh que anuncian Black horse and the cherry tree. Su pedalera registra cada sonido y lo repite al gusto.

El concierto sufre notables altibajos. Engarza con Difficulty -hay quien hubiera preferido Golden frames- antes de enlazar dos de las canciones más difíciles de Tiger Suit: Lost y The Entertainer. La última, lo dije y lo mantengo, tienen momentos horteras dignos de una balada de Julio Iglesias. Sobre todo el inicio. La cosa comienza de nuevo a mejorar con Saving my face, dedicada a la cirugía estética y no a las reflexiones metafísicas que otros pensábamos. "Tal vez sea más interesante ponerse orejas de conejo o dientes de cocodrilo que sólo unas tetas grandes", comenta. Habla de la rebelión femenina con Madame Trudeau, tema dedicado a la mujer del primer ministro canadiense Pierre Trudeau que se fugó con los Rolling Stone -el propio Jagger la definiría como una "groupie de categoría"-, y se reserva los dos singles del último disco: Push that knot away y Fade like a shadow.

Despedida breve tras la que KT regresa después de un par de "one more, one more". Medias tintas con Funnyman y cierre con la que denomina "mi canción": Suddenly I see. El caballo negro debe de estar en el segundo puesto. En medio, una versión de Close to me de The Cure -para la que recupera a su primo telonero- que se convierte en una de las pocas sorpresas de la noche. KT Tunstall no defrauda. Despacha fuerza, energía e incluso desgarra la voz. Pero su explosión es siempre controlada. La escocesa ofrece lo que uno espera, no se desmadra. No lleva a la locura. Toca el tambor cuando suena en el disco y cambia de guitarra cuando lo hace en el estudio. No es decepcionante, tal vez previsible. O, quizá, la respuesta a un auditorio que -a excepción de los cuatro freaks de siempre-, era incapaz de mostrar cualquier tipo de reacción. Europeos y a mucha honra.

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